Estoy seguro de que todo el mundo es capaz de tararear banda sonora de Titanic, la de Rocky o la de las películas Disney. Esto es porque interiorizamos obras maestras musicales a determinados productos audiovisuales y, ¿podríamos usar música como estrategia de marketing para vender un producto?
Pues la respuesta es muy clara, un sí en fosforito, negrita y subrayado. Lo más común ha sido en anuncios, y es un método de lo más efectivo para transmitir las emociones deseadas a tus clientes y que asocien tu marca a través de su oído con algo especial para ellos.
Primero debes pensar en tu producto, si vendes camas, quizás deberías elegir música relacionada con la tranquilidad, olvídate del reguetón. Pero, si, por el contrario, quieres comercializar una bebida energética, ¿pondrías música clásica de fondo en tu anuncio? ¿Y si vendo relojes y mi fondo musical es flamenco? ¡No!
¿Por qué pasa esto? Nuestro cerebro interioriza lo que escuchamos con experiencias pasadas, la música nos hace sentir emociones. El rock no nos transmite lo mismo que el flamenco, ni el pop lo mismo que el rap ni el blues lo mismo que el tecno, ¿hasta aquí estamos de acuerdo?
Si os hago imaginar cualquier anuncio de BMW de los últimos años, quizás no me sepáis decir artistas, ni letras, pero sí el estilo, caracterizado por su vivacidad y optimismo. ¿Y si nos vamos al Mercadona? Pues Mercadooona, Mercadooona… ¡Ya basta! ¿Puede irse este jingle de mi cabeza?
Tampoco hace falta inventar nada: el oído consigue entender mensajes al igual que lo hacemos a través de nuestros ojos, nuestras manos, nuestra nariz, nuestra piel o nuestra lengua. Ahora bien, el oído puede ser complementario a todo esto: no olvides, un mensaje que recibes por varios canales es mucho más eficaz.
Titititi, titititi, tirorirotiroriro… ¡vale, perdón, así no me entendéis! ¡Era la banda sonora de Piratas del Caribe! ¿Quién no la conoce? ¿A que esta música os trasmite algo más? Pues en el marketing musical funciona igual. Os confieso que mi BSO favorita es la de Gladiator, ¡pelos de punta!
Los principales festivales de cine, por ejemplo, los Óscar a nivel mundial o los Goya en España otorgan premios específicos a las bandas sonoras. Esto convierte a los compositores en auténticos maestros valorados a nivel de los actores.
La música no solo la relacionamos con el cine, también con videojuegos, escenas, incluso con nuestra vida. ¡Estaría guay poder ir poniendo música a tu día a día! ¿No?
¡Bueno, bueno! Otra cosa ya son las series: Oliver y Benji, Física y Química, Friends… ¡Qué maravillosa puede ser la música! ¿Podemos vivir sin música? Imposible, cada verano nos empeñamos en buscar la mejor canción, durante el resto del año nos peleamos por buscar la respuesta ha cual ha sido la mejor de la historia, y en mayo volvemos a buscar la canción de ese mismo verano.
La música en estos casos se aleja de la composición y evoca sentimientos de lo más humanos: algunas canciones te llevarán a la nostalgia, otras a la alegría… Pero, no dejan indiferente. ¿Se usa esta sentimentalidad para hacer que compres? ¡Por supuesto!
También nos peleamos cuando alguno de nuestros amigos critica a uno de nuestros grupos favoritos, insulso su puesta en escena, y nos cuesta días olvidarlo. En 2003 recuerdo que un amigo me dijo que mi grupo favorito de entonces estaba pasado de moda, ¿cómo olvidarlo?
No solo las bandas sonoras convierten un producto audiovisual en espectacular, también podemos incluir los efectos de sonidos, las composiciones artísticas completadas con música en directo, los cortes… Por todo esto, si quieres ser más eficaz en tus campañas publicitarias, no dejes de utilizar un acompañamiento musical.
Los sonidos dotan a los productos de personalidad y le dan características, como si de una persona se tratara, confieren cierto carácter a una colonia, un dispositivo tecnológico o un medicamento por eso ayudan, y mucho, a vender.
¡Ya tienes las claves, ahora llega tu turno. Experimenta, y busca ser diferente al resto!