La comunicación externa de una empresa es el conjunto de actividades destinadas a crear, mantener o mejorar las relaciones comerciales con diferentes públicos, desde proveedores hasta accionistas y administraciones públicas y privadas.
Todas las estrategias utilizadas para la externalización de la comunicación empresarial, tienen como objetivo proyectar una imagen favorable de la compañía, promover actividades, productos y servicios.
El principal objetivo de la comunicación externa es dar a conocer la identidad y alcanzar la mayor competitividad posible dentro de un mercado, cuanto más amplio, mejor.
La comunicación externa tradicionalmente está vinculada a las relaciones públicas y de prensa, el marketing, la comunicación corporativa y la organización de eventos y ferias. Pero realmente todos los miembros de la organización pueden realizar labores de difusión de la propia imagen.
Cuando se estrechan las relaciones laborales entre los trabajadores, y cuando las personas se sienten identificadas con la organización, se transmite una imagen favorable desde dentro hacia fuera.
En todo plan de comunicación externa se deben tener en cuenta varios aspectos.
1.- Una definición clara de la identidad, su razón de ser, sus objetivos y principios.
2.- Conocer y analizar la imagen percibida actualmente de la empresa. Lo que el mercado recibe de la empresa.
3.- Diseñar la imagen idílica de la empresa. La imagen que queremos transmitir a los targets de nuestra empresa. Es importante que la imagen resultante responda a un plan estratégico de imagen que establecerá los diferentes públicos y las acciones de comunicación con una estrategia propia y específica.
Es muy importante que la empresa sepa darse a conocer, para ello es muy útil hacer un análisis DAFO, que a su vez se compone de otros dos análisis, uno interno para estudiar las debilidades y fortalezas de la empresa; y otro externo, en el que se valoran las oportunidades que tiene nuestra empresa en el mercado y las amenazas que recibe de la competencia.
De hecho, el éxito o fracaso de nuestra identidad dependerá en gran medida de la imagen que proyectemos a nuestros anunciantes, competidores, potenciales clientes e incluso proveedores.
Una buena imagen permite al mercado un conocimiento, una opinión y una valoración positiva de nuestra organización y de nuestros productos y servicios.
En los últimos años, entre las empresas está emergiendo una nueva herramienta: la Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Las nuevas organizaciones encuentran en ella un instrumento de gran utilidad para demostrar su compromiso con la sociedad; y al mismo tiempo, rentabilizar su buena imagen.
Por ello, en la lista de objetivos de la empresa, se suma uno más, mucho más humanitario, que es el deber de involucrarse en labores sociales y participar en el desarrollo de acciones que respondan a preocupaciones sociales.
La más común es destinar un porcentaje del beneficio neto a la educación, a ONGs, a la protección del medio ambiente y a asociaciones contra el cáncer.
Todos los esfuerzos realizados para darse a conocer, aumentar los targets, lograr más difusión y publicitar nuestros productos, son mucho más gratificantes si de alguna manera fomentamos la igualdad de oportunidades entre los más desfavorecidos.